jueves, 16 de junio de 2011

JUGATE CONMIGO(RILA)

El aporte cultural de la antigua Grecia o de aquellos héroes romanos no termina en sus filósofos o en sus múltiples dioses. Varios aparatos de madera, de hueso y hasta vegetales sin descascarar eran los elementos que llevaban a todo un pueblo, no sólo a las bellas mujeres ni a los esbeltos guerreros, al límite del placer sexual. Tan sabias fueron las sociedades posteriores que han hecho que éstas prácticas hayan perdurado y, sobre todo, se hayan sofisticado en nuestros días. Roxana Domínguez es empleada desde hace más de un año en el sex shop “Tocar el cielo” y sugiere que el juguete sexual preferido por los argentinos y argentinas es el vibrador, llamado también consolador. Además señala con énfasis que mayoritariamente son los hombres los que llaman o compran el aparato para sus parejas, en el caso de las parejas heterosexuales. Las mujeres, según Domínguez, son más pudorosas a la hora de adquirir los productos pero que desde hace 15 años comenzaron a disfrutar del placer que ofrecen los accesorios sexuales.


En el caso de los hombres, lo que plantea el psiquiatra sexólogo Osvaldo Borco Demarchi, MN 3260 en el programa televisivo “Mujeres en Cambio” durante una interesante entrevista sobre elementos sexuales, es que a pesar de que aceptan la inclusión de juguetes tienen miedo a ser sustituidos como formas de placer.

Temores que retumban en la cabeza de uno cuando ésta al lado del otro compartiendo un aparato que los puede llevar a ambos al filo del placer. Temores infundados por años y años de negaciones y pudores en vano que en pleno siglo XXI tendrían que disiparse para el goce de todas las personas que disfrutan del sexo. Sino pregúntenle a ésta pareja cuanto se puede disfrutar jugando.

Nota del redactor: En el inicio de mi viaje por estos mares de Internet, le pregunté a don Google ¿Cuál es el juguete preferido sexual de los argentinos? Dos segundos más tarde, nueve de los primeros diez resultados arrojaron que el juguete preferido de los argentinos es el yo-yo. Un chascarrillo que demuestra que en Silicon Valey no se preocupan mucho por nuestra sexualidad. Si no me cree, haga la prueba aquí escribiendo mi pregunta.

IGNACIO ACHABAL

jueves, 9 de junio de 2011

El correcto precalentamiento hace que el delantero convierta goles

La postal es típica. Un hombre y una mujer se frotan a sí mismos como si fueran dos víboras peleando para ver cuál estrangula a la otra. El manoteo se repliega por cada milímetro de los cuerpos y las respiraciones se tornan fuertes, exageradas y aliviantes. La ropa comienza a caer, el pantalón cuesta en salir y la remera despeina en su trayecto a la ignición.


La previa existe y es la antesala al sexo indiscriminado. Es ese momento en el restaurant esperando que el mozo se digne a traer los platos y la impaciencia solo se calma con pan. Son los segundos previos de incertidumbre antes de que salga el equipo a la cancha.

¿Qué tanta importancia tiene esta antesala al infierno en el coito? Parece ser que mucha. Según una investigación realizada por la Universidad de Massachusets sobre 2 mil hombres heterosexuales en 2008, el 43 por ciento afirmó que si la previa no es candente el sexo por lo general es básico.

La cosa cambia entre las 3 mil y medio de mujeres encuestadas, que aseguraron que si los muchachos “no hacen bien lo suyo” se les complica bastante llegar al tan ansiado orgasmo, la gloria en el Monte Olimpo. En el caso del bando femenino un 63 por ciento de las señoritas (o señoras) consultadas aseguraron que una buena previa refleja sexo de calidad.

La sexóloga Vilma Pueyrredón nos explica la importancia de esta práctica: “Es vital para el sexo que haya una preparación en lso cuerpos. Los niveles de testosterona suben y por onda la mente se predispone a lo que va a suceder. Está fuertemente relacionado lo que sucede en la previa con lo que pueda resultar en el coito, hasta me animo a decir que determinante”.

¿Toquetear genitales, realizar fellatios o sussurrarse barbaridades al oído? Todo suma a la hora de preparar el terreno para una buena galopada. Se puede simplificar con una costumbre bien argentina: el mate. En las reuniones sociales criollas (y uruguayas) nunca falta el termo, el mate, la bombilla y la amistad. ¿Pero cómo hay que hacer para obtener una chupada placentera? Calentando la pava y toqueteando la yerba.




FACUNDO MICHAEL SOLER