El aporte cultural de la antigua Grecia o de aquellos héroes romanos no termina en sus filósofos o en sus múltiples dioses. Varios aparatos de madera, de hueso y hasta vegetales sin descascarar eran los elementos que llevaban a todo un pueblo, no sólo a las bellas mujeres ni a los esbeltos guerreros, al límite del placer sexual. Tan sabias fueron las sociedades posteriores que han hecho que éstas prácticas hayan perdurado y, sobre todo, se hayan sofisticado en nuestros días. Roxana Domínguez es empleada desde hace más de un año en el sex shop “Tocar el cielo” y sugiere que el juguete sexual preferido por los argentinos y argentinas es el vibrador, llamado también consolador. Además señala con énfasis que mayoritariamente son los hombres los que llaman o compran el aparato para sus parejas, en el caso de las parejas heterosexuales. Las mujeres, según Domínguez, son más pudorosas a la hora de adquirir los productos pero que desde hace 15 años comenzaron a disfrutar del placer que ofrecen los accesorios sexuales.
En el caso de los hombres, lo que plantea el psiquiatra sexólogo Osvaldo Borco Demarchi, MN 3260 en el programa televisivo “Mujeres en Cambio” durante una interesante entrevista sobre elementos sexuales, es que a pesar de que aceptan la inclusión de juguetes tienen miedo a ser sustituidos como formas de placer.
Temores que retumban en la cabeza de uno cuando ésta al lado del otro compartiendo un aparato que los puede llevar a ambos al filo del placer. Temores infundados por años y años de negaciones y pudores en vano que en pleno siglo XXI tendrían que disiparse para el goce de todas las personas que disfrutan del sexo. Sino pregúntenle a ésta pareja cuanto se puede disfrutar jugando.
Nota del redactor: En el inicio de mi viaje por estos mares de Internet, le pregunté a don Google ¿Cuál es el juguete preferido sexual de los argentinos? Dos segundos más tarde, nueve de los primeros diez resultados arrojaron que el juguete preferido de los argentinos es el yo-yo. Un chascarrillo que demuestra que en Silicon Valey no se preocupan mucho por nuestra sexualidad. Si no me cree, haga la prueba aquí escribiendo mi pregunta.
IGNACIO ACHABAL
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